Lo político y nuevas formas de subjetivación

Janine Puget, psicoanalista, Buenos Aires

Afinar el oído

Partamos de un supuesto: en la mayoría de las sesiones nuestros pacientes aluden sin saberlo a lo que hace a su posicionamiento como sujeto social y político, a su cultura sin que ello pareciera ser tema de análisis a menos que se los pueda remitir al contexto familiar e infantil. Sin embargo cuando un colega presenta un material suele hacer alguna anotación, como un agregado, que nos debiera ubicar acerca de valores, costumbres de los pacientes para que conozcamos algo más que lo dicho manifiestamente.  Acá ya empezaría un problema: ¿qué entendemos por conocer? ¿Hay un plus que supuestamente nos daría lo que excede al marco de los datos? Y otro problema es ¿Cuáles son los valores tomados en cuenta para conocer a otro/s partiendo del supuesto que solo algunos son compartidos sin que ello parezca ser un problema para el análisis? Y habría una zona oscura referida a los prejuicios de cada uno a partir de los cuales se crean territorios de excluidos, discriminados o por el contrario de semejantes e incluidos, etc…

No tenemos el oído afinado ni por supuesto un cuerpo teórico que nos permita saber cómo usar en la sesión este tipo de material motivo por el cual lo dejamos pasar… creando zonas de sobre entendidos a partir de los cuales se forjan complicidades o rechazos. Algo así como barrer bajo la alfombra. Se plantea entonces un dilema referido a cómo escuchar, o sea qué hacer con lo que alude al posicionamiento social y político de nuestros analizados, a lo que entienden por pertenecer a un conjunto, a lo que los confirma como sujetos sociales o habitantes de sus mundos diversos y a su manera de lidiar con la multiplicidad y la diversidad. Muchos son los temas que poco a poco tenemos que incluir y acá empiezo por hacer un listado de  algunos.

En sintesis…

PERTENECER, HACERSE UN LUGAR, VIVIR EN COMUNIDAD, HACER CON LA DIVERSIDAD, ELUCIDAR SOBRE QUÉ SE APOYAN FORMULACIONES QUE HACEN A LA ÉTICA SOCIAL, QUÉ SE ENTIENDE POR “CIVILIDAD” COMO LO PLANTEA BALIBAR, QUÉ LUGAR DAMOS AL HACERSE RESPONSABLE DE SUS ACTOS Y RECONOCERSE COMO SUJETO POLITICO, DESCUBRIR QUÉ TIPO DE EXIGENCIAS NOS EXIGEN LOS CONJUNTOS QUE HABITAMOS, ACEPTAR LAS REGLAS DE LA POLITICA SON, POR AHORA ALGUNOS DE LOS TEMAS QUE HABRÁ QUE INCLUIR POCO A POCO EN EL VOCABULARIO PSICOANALITICO

Los psicoanalistas disponemos sin dudas de varios sistemas de decodificación para algunos aspectos del material, cada uno escucha desde su cuerpo teórico y por supuesto desde su propia mente e interés. Y cuando la teoría adquiere connotaciones que hacen a la vida política de la institución o del país o de las familias, se producen obstáculos que tiñen las relaciones de tensiones específicas que muchas veces se ocultan poniéndoles otro ropaje, como por ejemplo remitiéndolas al mundo infantil e histórico familiar. 

Desearía que entre todos comencemos a descubrir estrategias analíticas adecuadas para abordar lo que puede implicar analizar cómo van construyendo y sostienen su subjetividad social nuestros analizados. Ello exige darse cuenta que convivir en conjuntos sociales requiere un trabajo constante, en parte debido a que en todo momento la violencia inherente a las relaciones entre humanos lo exige y otro porque nada está dado de hecho salvo lo muy básico del vivir. Una parte del trabajo consiste en inventar cómo transformar la violencia dado que, en estado puro, hace peligrar la gobernabilidad de las relaciones. Ello no va a impedir que se diluya un siempre presente fondo de inseguridad el que corresponde a saberse habitando territorios no siempre transitables que necesitan herramientas propias a cada circunstancia. Se alternan entonces momentos de creatividad con otros de inercia o impotencia ante ese mundo que se impone sin que encontremos como habitarlo en un para siempre sólido. Estos temas debieran ocupar un lugar en el psicoanálisis e impulsarnos a explorar territorios aun vírgenes.

De política no se habla

En este momento en la Argentina 2014-2015 un tema frecuente concierne la vida política y económica del país. Cada país, cada cultura tiene sus propios indicadores actuales que impregnan a los conjuntos. Algunas frases tales como “de política no se habla” dicho o pensado pareciera denunciar que habría algún peligro si se hiciera fuera de dispositivos adecuados que ofrecieran condiciones especialmente protegidas para intercambiar ideas y opiniones. Y el encuadre analítico no parece tener estas condiciones. ¿Requiere estrategias de discusión no contemplados para la relación analítica…? ¿Es posible intervenir cuando un paciente dice al pasar: “estuvimos con amigos pero por suerte no se habló de política”? ¿Qué implica esta declaración acerca de que gracias a que algo no pasó se pudo sostener un vínculo afectivo, emocional, amistoso…? ¿Será esto el precio a pagar para pertenecer a un vínculo incluso el analítico? Si un paciente afirma con desprecio y dando por supuesto que compartimos el mismo criterio acerca de X (partido político), es posible cuestionar o pensar juntos cómo sostiene una tal afirmación sin que ello parezca ser una transgresión a la tarea que nos convoca. Pero resulta que al evitar zonas de conflicto también puede eventualmente empobrecerse la relación.

Puerta de entrada

¿Por dónde entrar…? Analizando lo que se entiende por opiniones, creencias,  prejuicios, afirmaciones categóricas, valores que hacen a la cultura y a la pertenencia política de cada uno, de cada conjunto. A veces prestando atención a la manera de concebir los gobiernos y la gobernabilidad de los conjuntos a los cuales pertenece etc…, el lugar que tienen las leyes y reglas válidas para ese dado conjunto. Las reglas y la necesidad de habitar espacios delimitados, territorios llevan aparejados la posibilidad de transgresión o en otra punta pasar a instalarse  en una posición quejumbrosa victimizada por lo que la vida impone. Además por ese camino se va introduciendo en las relaciones el tema de la corrupción franca o endémica que se manifiesta a través de pequeños actos que parecen naturalizados y por ende sin importancia.

El espacio analítico fue adquiriendo diversas denominaciones a medida que aparecieron nuevos problemas. Desde la noción de encuadre, de campo, de dispositivo, contexto y ahora estamos incursionando en lo que hace a la territorialidad y su complejidad lo que me lleva a pensar las relaciones como creadoras de territorios con sus líneas de fuga tal como lo van concibiendo Deleuze y Guatari. Esto último me permite proponer que estos territorios analíticos contienen tanto lo que hace a la dinámica transferencial como a lo que hemos llamado con Berenstein la dinámica de la interferencia. En este el analista es un sujeto en relación con otro/s sujetos y lo que surja de ello proviene del espacio entre dos, el de la ignorancia y el del descubrimiento.

Comencé mencionando las opiniones en tanto puerta de entrada para tratar de ir dando lugar a las diferencias de opinión inherentes a cualquier conjunto o a cualquier comunidad. Si no hubiera diferencia no habría comunidad. ¿Cómo escucharlas y cómo intervenir sin proponer una opinión, la buena, la verdadera? Las opiniones aparecen como bloques compactos de saberes acerca de cómo funciona el mundo, el conjunto etc. o peor aún cómo debiera funcionar. Estas opiniones son emitidas sin el consiguiente sentimiento de responsabilidad ante lo dicho, con cierta impunidad y tratando el conjunto como si fuera un Uno. Se dirigen a un Alguien que es quien debiera hacer. Y suelen requerir conscientemente o no que haya un acuerdo con un agregado de complicidad entre quien las emite y quien las escucha. Si esto fuera así podría creerse que comunidad equivale a un conglomerado de iguales o complementarios y que si algo no cabe en ese conjunto no tiene valor o simplemente no existe o pasa a ser el expulsado, el sin lugar…

¿Con qué elementos han sido construidas estas opiniones-convicciones? De múltiples fragmentos que poco a poco pueden organizarse como convicción perdiendo el margen de duda que tiene cualquier opinión. En las reuniones científicas suele usarse frases que comienzan por.. me parece.. pienso.. yo lo veo asi… las que no son un agregado sino un cierre.

Entre los múltiples fragmentos contenidos en una opinión están las influencias que ejercen su poder en el presente, como por ejemplo las que proveen los medios de comunicación o algunas fuentes aparentemente seguras que suministran un saber que va más allá del saber divulgado masivamente. Entonces este representante de la opinión cierta se arroga el derecho a opinar y predecir. “una persona me dijo”, o es obvio…. O sea que no todo el mundo tendría este derecho.

Y para nosotros cuestionar una opinión en el marco de una sesión es complicado porque, por lo menos me ha pasado y me han comentado que les ha pasado a otros, este acto se ubica en una zona en la que el analista es otro y no solo sujeto de la transferencia. Se torna discusión política e inadecuada. O podría ser que toca una zona tan sensible e insegura referida a la constitución subjetiva social que cualquier cuestionamiento resulta un ataque a la solidez de la subjetividad social.

En el espacio de las relaciones familiares o de pareja las opiniones aparecen como convicciones si bien en algunas ocasiones se capta que el espacio familia privado cabalga sobre el público dado que los hijos pueden transitar de un espacio al otro, motivo por el cual habría que tomar ciertos cuidados. Los pactos de silencio podrían fallar. Pero esto no suscita el mismo tipo de conflicto que si el domingo a uno o varios de la familia les gusta mirar fútbol y al otro u otros los irrita.

Lo político, la política, lo impolítico

Ya llegó el momento de hacer algunas puntualizaciones acerca de lo que entiendo por posicionamiento político el que en cada contexto adquiere un significado propio. Como suele suceder algunas lecturas ayudan a pensar temas específicos y para esto me ayudaron entre otros Badiou, Ranciere, Tatian y otros permitiéndome aperturas que pudieran llevar a ampliar el vocabulario psicoanalítico.

Lo propiamente político alude al “vínculo comunitario y a su representación en una autoridad” como lo sugiere Badiou (Peut-on penser la politique? P. 15) y  tiñe de una cualidad específica la vida comunitaria dándole una posible coherencia, abarcando como lo dice Ranciere tanto lo social, como lo económico y lo estético. Se trata de espacios de intercambio sea de ideas, sea de bienes dentro de un colectivo,  lo que simultáneamente suscita temores, deseos, angustias al captar que necesariamente contiene zonas irrepresentables, impropias que relativizan el poder singular, las decisiones y pareceres de un solo sujeto. Se superponen conflictos inherentes a lo que llamamos lo individual y al espacio común en alguna de sus vertientes. Es difícil tomar en cuenta que la voz de un individuo en una comunidad no es más que una entre varias y no produce los mismos efectos que en vínculos como lo son los de pareja y de familia extendidos. Pareciera que se sostiene la ilusión que la voz propia se imponga como la de la totalidad.

La dimensión de lo político crea categorías que involucran habitar espacios comunes, construir opiniones básicamente centradas en los valores que hacen a la diversidad etc… Requiere dispositivos adecuados que protejan de enfrentamientos disruptivos como, por ejemplo, en algunos medios lo son las “mesas de debates”. De todas maneras así como con un dispositivo adecuado el intercambio parece posible no protege de las vicisitudes de los intercambios en zonas no protegidas. Exige inventar procedimientos de diálogos que partan de la tensión inherente al entre dos, el punto ciego, el de la ignorancia, crea interrogantes a veces difíciles de sostener y sobre todo debiera activar una suerte de creatividad que nos aleja del ya sé para dejar emerger la curiosidad y el no sé.

No es fácil hacer algo en común al servicio de una institución, suele despertar tensiones y coaliciones de varios órdenes, por ejemplo organizar un congreso o simplemente un simposio. Aceptar una política,  una organización, compatibilizar criterios diferentes es del orden de la dinámica grupal que muchas veces no es tenida en cuenta.

La política se ocupa de la gerencia de las relaciones de poder en sus diversos matices. De no ser así se trataría de un mundo sin matices, sin diferencias, un mundo de nadies que tiene tendencia a extinguirse. En la clínica nos toca indagar cómo nuestros pacientes van concibiendo la política de sus vidas diarias por supuesto en base a una infinita cantidad de variables difíciles de descubrir pero seguramente sostenidas sobre la idea de evitar conflictos o de lograr construir mundos lo más homogéneos posibles.

La política define el territorio de la administración de las desigualdades, del desentendimiento y depende de los intereses en juego, afectos, prejuicios, ideas acerca de cómo debieran vivir y agruparse las personas. Y en la medida en que vivir es con-vivir acuerdo con Nancy  (2000), que se trata de hacer algo con lo impropio… lo inapropiable, lo que no es  propio: apropiarse es siempre incompleto, tiene un límite y sobre todo debiera seguir algunas reglas que hacen a la producción de un dialogo.

Concierne también la toma de decisiones. ¿Cómo se toman? ¿Quién las toma? ¿Para qué? ¿Por qué? etc…

Concierne el desentendimiento, signo como lo dice Rancière (2005), desde la filosofía política de lo irreconciliable, de la política atinente a la vida en comunidades o en la multitud como lo llamara T. Negri  (2003) o en la vida plural. En lo común se juega como lo sugiere J.L. Nancy (2000) la desposesión, el desplazamiento indeterminable e interminable del y de los sujetos. Algo así como vivir en arenas movedizas en condiciones de errantes. Ello desplaza la idea de apropiación equivalente a adueñarse… dando un lugar complejo a las Leyes y reglas necesarias para ordenar el caos. Apropiación a veces necesaria cuando se trata de hacer suyo algo ajeno con su debida transformación.

Desacuerdo y desentendimiento tienen algún parentesco si bien el des-entendimiento se asocia con des-interés y alejamiento mientras que el desacuerdo se refiere a efectos que nacen cuando el otro dice, siente y piensa algo que cree que debiera ser lo mismo si bien cada uno piensa diferente creyendo que ello no debiera suceder. Está íntimamente ligado a la opinión, es inherente a las relaciones humanas y adquiere virulencia en determinados momentos. En los análisis de pareja y de familia el desacuerdo es pensado como un signo negativo, o sea que habría la obligatoriedad de crear acuerdos. Tal vez nosotros mismos hemos ayudado a que se anhelen relaciones sin conflictos tanto en la vida propia como en la vida institucional. Sostener diferentes posiciones forma parte de lo argumentable… o sea de la propia pertenencia y del hacer entre varios. Una manera de anular el desacuerdo es ejerciendo el Poder, Potestad en tanto dominación, imponiendo la política del Uno.

Empecé mencionando lo impropio, término complejo que asocio con lo Impolítico, y para ello me inspiro en los planteos de Diego Tatian, de Espósito (2006) y de otros para hablar de un territorio que habitamos pero en el cual hay algo que no pertenece a nadie y que como dice Tatian, algo de lo cual no se puede apropiar. Es algo impersonal que “propone una ética más allá de la cultura, condición necesaria para una política emancipatoria”

Habrá que asumir que la única realidad política es el conflicto en el presente en el que la memoria o sea la historia se va construyendo si bien se trata de una memoria con la cualidad de actualizar los recuerdos sin por ello utilizarlos defensivamente para anular el presente. Habrá que deconstruir las categorías políticas modernas e introducir lo impensado, lo irrepresentable, que surge de ese centro del que vengo hablando en términos de vacío. Se trabaja en los bordes lo que no implica lo exterior a la política, sino en aquel espacio que parece no tener lugar ni en lo político ni en la política. El conflicto es del orden de una práctica que abarca lo impensado y lo inexpresable, lo impropio… La comunidad no nos puede pertenecer nunca y sin embargo en ella vivimos. La impolítica no se opone a la política.

Ir perteneciendo a lo común

¿Cómo se va siendo sujeto social? ¿Es un sentimiento? ¿Es una producción conjunta en la que intervienen acciones específicas? ¿Requiere movimientos del orden de la apropiación de lo ajeno y por ende de las relaciones de poder?  ¿Es imposible no pertenecer por lo cual se trata de algo del orden de la imposición consciente o no? ¿Implica un riesgo que sería el de quedar inmovilizado pasivamente habiendo perdido la capacidad inherente al ser humano que es la de elegir? ¿Se trata de dividir o fragmentar los conjuntos para hacerlos habitables o menos temidos?

Algo de la pertenencia o sea de los valores heredados que hacen a la misma convive con el cómo de las pertenencias actuales, contemporáneas y entra en permanente conflicto. No puede ni debe coincidir porque de hacerlo se podría pensar que el sujeto no ha podido deambular por el mundo ocupando lugares en diferentes ámbitos.

Precio a pagar para pertenecer

A manera de ejercicio imaginemos el recorrido necesario para pertenecer a una institución desde la elección previa sin tener en cuenta que el elegir es eterno, diario y una condición humanizante. Se supone en cambio que pertenecer responde a una obligación penosa, la de vivir entre otros en espacios a los cuales se imaginan sólidos y con futuros ya trazados.. De esta manera se evitaría el costo de vincularse, costo al cual llamo el impuesto a pagar. Esto es en sus diversos significados, una obligación, un trabajo, un derecho, un placer cuando el trabajo se asocia a creatividad. Las imposiciones son de diversas categorías empezando por la alteridad y ajenidad no solo del otro sino de la situación, las reglas de convivencia y una exigencia del conjunto con cierto halo de vaguedad el que a veces se expresa con un significante “Alguien.. la Institución, Ellos..” que funcionan como inalcanzables y alimentan quejas y reproches. Pertenencia y adaptación tienen algún parentesco. Pertenecer activa entonces un proceso de destrucción de marcas imaginadas, otras pasadas e inclusión de nuevas marcas que tienen algo de inasible y a las cuales se les exige solidez. Conjuntos en los cuales se vive en función de la vida laboral, de los intereses del momento, de la casualidad y del país en el cual se vive o sea de un presente histórico y actual. 

Me pregunto y les pregunto por qué las pertenencias sociales son tan frágiles y se las piensa como un derecho, un dado que no debiera cuestionarse. Es tentador pensar esto en términos de narcisismo pero sería extrapolar un concepto para un espacio que requiere su propio vocabulario. Habrá que crear un concepto que dé cuenta de la tentación de reducir la pluralidad al Uno cuando la pluralidad aparece como un atentado a la posibilidad de pertenecer dignamente.

Volvamos a la clínica para referirme una vez más a las dificultades para cuestionar un comentario político. Suele suceder que suscita respuestas extrañas… por ejemplo asombro… ya que es tan obvio, es lo que dicen todos, o no hemos venido acá para discutir estos temas… o en mi familia piensan todos distintos y entonces no se puede hablar porque se arma… etc…

En un caso en el que dije que me llamaba la atención que pudieran discutir tantas cosas y que este tema lo dieran por cerrado… que tal vez entiendan que discutir es oponerse o que no hay nada para pensar… la pareja me miró asombrada sin saber si seguir hablando de lo que suponían era importante o por cortesía intentar pensar lo que propuse. De ahí saltamos a las diferencias importantes entre ellos dado la proveniencia social de cada uno. Y ello se refería especialmente a los posicionamientos económicos de una familia y  de la otra. Algo que podría parecer no modificable dado que proviene del vínculo de sangre.

Vivir en sociedad es posible.

Una reflexión de Badiou comentando un poema de Gramsci afirma que se puede tener  la convicción que una verdad es posible. Y en mis términos tengo la convicción que es posible vivir en sociedad sin aniquilar al otro  pero que requiere una dosis de respeto, una ética adecuada y responsable. Para ello habrá que correr de su lugar privilegiado las relaciones basadas en funcionamientos identitarios para dejar un espacio a lo que corresponde a la imposición de lo ajeno y estar alerta cuando lo decretamos imposible. Dado que el vivir entre varios activa mecanismos que hacen a gobernar para controlar la violencia inherente a los seres humanos, se inicia una tarea infinita pensada a veces como finita que abre derroteros insospechados que dependen de legislaciones epocales. El resultado del hacer entre varios es siempre imprevisible y circunstancial y por lo tanto gobernar, educar y curar es posible siempre que se admita que es sorpresivo. Se tornan imposibles si solo dependen del saber y de la voluntad de Uno, de un solo sujeto o conjunto pensados desde el que detiene el poder omnímodo. El hacer es coproducción posible sabiendo que solo concierne un presente, depende de lo que sucede entre varios y construye futuros aleatorios a los cuales se intenta tornar previsibles.

Referencias a posicionamiento político desde modelos económicos

He notado que en muchas ocasiones hablar en sesión es pensado desde una versión capitalista costo beneficio. Se espera que cada sesión rinda o sea tenga algún efecto, sea porque da una explicación, porque se aprovechó, porque fue útil etc.., y  ahí a la toma de conciencia de lo que puede ser una experiencia falta mucho. Una pareja llevaba un especie de contabilidad de las sesiones que sirvieron y las que no…

Sigamos averiguando por qué es tan difícil intervenir en el espacio político en las mentes y organizaciones lo que lleva a que fácilmente se remita el tema a  las series complementarias, a la transmisión o a la vida pulsional.

Piensen cuantas veces en asambleas un comentario empieza con “no estoy de acuerdo”, fórmula mediante la cual se niega la fuerza del desacuerdo en tanto poder Potentia intentando imponer su propia verdad. Un paciente se enojaba conmigo y me decía “no estoy de acuerdo…” como si tuviéramos que acordar, y cuando alguna vez le dije que era cuestión de opinión me respondió muy enojado que acá hablaba de hechos y no de opiniones[1]. De alguna manera hablaba de verdad irrefutable y yo sugería diversidad.

Ateneo Departamento Familia y Pareja de ApdeBA, Buenos Aires, 14 de Abril 2016


[1] J. Moreno me sugirió que en ese caso habría que poder intervenir desde el centro, la tensión entre dos y producir algo que no anule la subjetividad de cada uno sino que cree otra idea.